La honestidad es un acto de rareza en nuestros días; pero es un valor indispensable para una persona que guste de escribir poesía. Sentarse frente a un papel en blanco para estampar las ideas, lleva un abrazo entre pensamiento y estilo, que son quienes harán que esta honestidad fluya hasta el punto de hacerla una en su fusión. Y esta, a su vez, en tu yo, versándoles a los demás lo que el corazón dictamina y lo que la mente piensa.
Logrado este matrimonio doblemente feliz entre pensamiento y estilo, entre corazón y mente, escribe el poema. No obstante, no seas infiel ni a lo uno ni a lo otro. Deja a tu pensamiento correr, manar, subir, volar en la génesis de tu estilo. Este aparente desorden será tu orden para crear lo que deseas. Mas, no dejes de abrir o cerrar puertas a la razón; tampoco dejes de hacerlo con tu corazón, que es el padre de todos tus sentimientos, y proporciona a la mente el arte de esta honestidad precisa.
El momento de la creación para un poeta
Aún no creas que está concluido tu poema; guárdalo en una gaveta y déjalo reposar… Después, sácalo; y con la misma vehemencia conque lo escribiste, léelo. Verás que las palabras sobrantes saltan a tus ojos: táchalas, maltrátalas, bótalas, mátalas sin piedad. Mas, no te enjuicies, ni te aflijas por esto, y vuélvelo a guardar. Ese instante es engorroso para un poeta; y parafraseo a un amigo que decía: … “los poetas son como el rayo, lo quieren todo, así, de rápido”. Sin embargo, la creación, como todas las cosas de la vida, tiene su tiempo. Entonces, repite el ciclo anterior las veces que tu corazón y tu mente lo requieran. Y así, hasta que veas tu trabajo erguido y desnudado como el Dios de ti mismo ante un espejo, que es tu corazón y tu mente en una página en blanco, hecho utilidad o reflejo, amor o verso.
Ser un poeta: un regalo de Dios
De esta manera, te concedo algunas de las reglas seguidas por mí para escribir poesía:
- Cuando vayas a escribir un poema, sé lo más honesto posible.
- Para un poeta, el conocimiento es padre, y madre, la lectura.
- Crea tu propio pensamiento, tu propio estilo: unidos, son el reflejo de tu alma y de tu mente.
- Ama las palabras, al punto de odiarlas tanto, que te duelan cuando las escribas en el papel en blanco.
- Sé paciente y di siempre tu verdad: las palabras son niñas que solo crecen con el tiempo.
- No sigas corriente de creación alguna, o no serán tus pasos los que sigas.
- Lo que publicas será el reflejo de tu alma en los demás.
- Escribe lo que vivas, lo que sueñes, lo que le incomode o agrade a los demás: no es un milagro ser un poeta; es un regalo de Dios.
- Construye el poema como si fuera un templo, como si fuera tu propia casa.
- Ve al papel en blanco como si fueras hacer el amor por primera vez.
- Deja siempre una puerta de esperanza en lo que escribas: el poema es un caos surgiendo desde el fondo de una semilla dolorosa.
- Tu humildad ante lo creado te hará renunciar a ser una figura pública. Esto no debe dolerte ni importarte: el único modo de ser fiel a uno mismo, es siéndole fiel a los demás.
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