¿PARA QUÉ SIRVE LA POESÍA?

¿PARA QUÉ SIRVE LA POESÍA?

En un mundo cada vez más pragmático, obsesionado por lo utilitario y por el consumo, por tener más, más que nadie, más de cualquier cosa… posiblemente muchos se han hecho esa pregunta, a la que, de antemano, algunos ya le han dado respuesta: “La poesía no sirve para nada”. Claro, quienes declaran, de un plumazo, la inutilidad de la poesía, ni siquiera se han tomado el trabajo de acudir a un diccionario, pues, de consultar al más autorizado de nuestra lengua, el de la Real Academia Española, leemos: «poesía. (Del lat. poēsis, y este del gr. ποίησις). f. Manifestación de la belleza o del sentimiento estético por medio de la palabra, en verso o en prosa».

Ya desde la primera línea empezamos a poner en duda la supuesta inutilidad de la poesía, pues difícilmente algo sin importancia para el ser humano hubiera sido definido, y hasta estudiado, desde los albores de la llamada civilización occidental, que, como todos sabemos, se suele hacer remontar a la antigua Grecia, en un cierto afán de “blanqueamiento”, porque a nuestra Eva hay que buscarla en África, hace más de 200 000 años.

El lenguaje poético de nuestros antepasados

Imaginemos entonces a nuestros antepasados más remotos, ya en posesión del lenguaje articulado, luego de una compleja evolución, sentados alrededor del fuego, escuchando a los cazadores contar sus hazañas. La mayoría, narrarían de manera más o menos realista lo sucedido, pero uno compararía los rugidos de los animales con el estruendo de la tormenta, o sus colmillos con las ramas de los árboles: ese, el que se paraba para imitar los movimientos de hombres y de fieras, era el poeta, y gracias a él, el trozo de mamut cobraba otro sabor. Desde entonces, los curiosos miembros de la tribu esperarían a los cazadores no solo para devorar el fruto de sus esfuerzos, sino para representarse, gracias a la palabra, a la poesía, cómo se habían enfrentado a aquella fuerza bruta para vencerla con astucia y con las armas que iban perfeccionando.

Así fueron descubriendo, también, que repetir determinados sonidos o palabras hacía más llevadero, y más eficiente, su trabajo; que otras palabras, si no lograban conjurar las fuerzas de la naturaleza que no eran capaces de explicarse, al menos ahuyentaban un poco el miedo; más adelante aprenderían, en un lenguaje inevitablemente poético, dada la abstracción del otro interlocutor, a comunicarse con sus dioses.

Testimonios poéticos de civilizaciones antiguas

Las civilizaciones antiguas, en África, Asia, el Medio Oriente o Europa, dejaron sus grandes testimonios en verso: el Poema de Gilgamesh (siglo XVII a. de C.) de los sumerios, el egipcio Libro de los muertos (de 1550 hasta el 50 a. de C.), el Rig-Veda (desde aproximadamente 1700 a. de C.) de la India, y las más conocidas Ilíada y Odisea (siglo VIII a. de C.), atribuidas a Homero, quien, se dice, las compuso en Jonia (en la actual Turquía), que entonces pertenecía a la llamada Grecia Asiática. Filósofos tan respetables para la tradición occidental como Platón y su discípulo Aristóteles, más de 300 años antes de Cristo ya se ocuparon de la poesía, que, según Aristóteles, había surgido por dos factores naturales en el hombre: la tendencia a la imitación (que para él no era simple copia), y el ritmo y la armonía. Por su parte, los textos hebreos y arameos que dieron lugar a la Tanaj o Biblia judía, base del Antiguo Testamento cristiano, rebosan poesía en muchos de sus pasajes, de lo cual tal vez el ejemplo más conocido sea el “Cantar de los cantares”, datado con cierta certeza alrededor del siglo IV a. de C., y cuyo simbolismo entre el amor carnal y el mutuo amor de dios y su pueblo escogido ha sido explotado una y otra vez en la literatura posterior.

La poesía en el pensamiento martiano

Sabemos que la poesía ha acompañado al ser humano, desde mucho antes de la escritura, y ha testimoniado, con su muy peculiar modo de expresión, todas sus angustias, dudas, amores, desamores, esperanzas y alegrías. Ha constituido un medio de comunicación entre personas, pueblos y civilizaciones…; ha sido una forma intuitiva de aprehender y explicarse la existencia, los sentimientos, los comportamientos, y una manera de llegar a lo que los griegos llamaban catarsis, o purificación: mental, emocional y física.

Sabemos también que no solo hay poesía en las palabras, sino en la imagen apresada en el lienzo, en el gesto que captó una fotografía, en la madre que “inventa” tres comidas con lo que malamente bastaría para una, en los sonidos y los silencios convertidos en música, en la danza que logra trascender la mera acrobacia, en el científico que da el salto a lo desconocido y regresa a contarnos lo que vio, es decir, lo que intuyó…

Cuba ha tenido la suerte de que su historia y lo mejor de su pensamiento libertario estén estrechamente vinculados a la poesía. Poeta fue el más grande de los cubanos: José Martí, cuyo pensamiento y acción revolucionaria son imposibles de desligar de la poesía, expresada lo mismo en prosa que en verso, con un pensamiento renovador también ligado a una renovación de la expresión literaria en español que se conocería como modernismo, de la que es iniciador indiscutible:   
¡Verso, nos hablan de un Dios
Adonde van los difuntos:
Verso, o nos condenan juntos,
O nos salvamos los dos!
(Del poema XLVI de los Versos sencillos)

Proclamación del Día Mundial de la Poesía

Consciente del valor de la poesía para la espiritualidad del ser humano, en 1999 la Conferencia General de la Unesco acordó proclamar el 21 de marzo —tal vez rememorando los ritos de fertilidad por el equinoccio de primavera—, Día Mundial de la Poesía. La decisión tenía como principal objetivo, apoyar la diversidad lingüística a través de la expresión poética y sustentar a las lenguas amenazadas como vehículo de comunicación artística en sus comunidades, promover la enseñanza de la poesía, apoyar a pequeñas editoriales, crear una imagen atractiva de la poesía en los medios de comunicación y restablecer el diálogo entre ella y las demás manifestaciones artísticas.

En tiempos en que lo frívolo, lo vulgar y hasta lo agresivamente grosero pretenden adueñarse de los espacios públicos, en que los tecnócratas consideran la cultura un gasto innecesario, en que las universidades del llamado «primer mundo» y algunos de sus epígonos en el tercero acorralan las carreras de Humanidades hasta llevarlas al mínimo que presagia su desaparición, quizás la poesía pueda ser tabla de salvación a la que aferrarnos.
Entonces, por fin, ¿para qué sirve la poesía? The answer, my friend, is blowing in the wind.

Le recomendamos: artículo Lo que sucede en nuestro cerebro cuando leemos poesía, artículo Fórmula para escribir poesía, artículo Reflexiones sobre poesía (Parte I), catálogo D’McPheson Editorial.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *