La acción y su dinámica en la creación literaria

El mundo de la creación literaria, de la cinematografía y el teatro, de manera general, se rigen por categorías aparentemente invisibles a los ojos de algunos creadores y espectadores: una de estas categorías es la acción. Hoy te comentaré cómo puedes usarla para imprimir dinamismo a tus textos, para que tus historias —incluso tus creaciones poéticas— puedan también alcanzar la síntesis, el movimiento y las posibles interpretaciones que guarda el universo de una acción.

La acción, como puedes encontrar en algunas definiciones, indica cambio, movimiento, trasformación, sinergia, entre otros muchos significados, pero en términos creativos es más que eso. Su uso en la creación está más emparentado con el concepto que le dieron los físicos a esta palabra. Ellos la usaban para referirse a la trasformación que ejercía un cuerpo sobre otro o cuando estos cuerpos se ponían en movimiento por una fuerza en un tiempo determinado.

La acción como una herramienta poderosa

La acción como una herramienta poderosa

En el teatro, la narrativa y la poesía siempre, de una manera u otra, contamos historias o por lo menos reflejamos las sensaciones, emociones y reacciones de nuestra propia acción como seres humanos sobre la realidad.

A todo escritor le llega el momento de enfrentarse a la página en blanco. La acción puede ser una herramienta poderosa en estos instantes de angustia, ella se despliega en tres niveles fundamentales. Desde mi experiencia, salvando las distancias entre cada género, puedo resumirlos así: la acción en el ordenamiento de la historia o de la imagen poética; la acción como resultado del pensamiento del personaje o el sujeto poético; la acción como signo o símbolo.

La acción en las producciones literarias

  • La acción en el ordenamiento de la historia o de la imagen poética: Este nivel en que se manifiesta consciente o inconscientemente la acción en las producciones literarias es uno de los más importantes, ya que una vez que lo incorporamos nos evita rodeos y repeticiones innecesarias. Cuando tenemos una secuencia de imágenes, de sucesos dramáticos en nuestra mente no podemos arrojarlos de manera inocente o sobreconstruida, porque regalamos desde la primera línea lo que deseamos esconder o, por el contrario, pecamos de excesos. Tenemos que inventar un ordenamiento efectivo. Es como si nuestro mensaje artístico viajara, se moviera, se disparara de la misma manera que los cuerpos y carros en los experimentos de la física mecánica.

El mensaje artístico y su manera de expresión

El mensaje debe viajar a la mente de los lectores valiéndose de una suerte de rampas, canales, muelles y caídas. Las metáforas, palabras y acontecimientos deben manifestarse, existir si se quiere, en vez de argumentarse o ejemplificarse como medios de construcción textual más propios del ensayo o del lenguaje científico. El arte, de manera general, actúa, acciona, juega con el receptor: es un mensaje cifrado y su manera de expresión, aunque en apariencia sea muy directa, siempre golpea varios receptores de sentido. Así que cada verso, cada escena, cada capítulo o pequeña parte de nuestra creación debe ordenarse, comprimirse, reagruparse buscando que el mensaje sea cada vez más efectivo y sin rodeos.

Una mayor atención en el lector

Los escritores, como los físicos en sus experimentos, conducimos estos mensajes por rieles que nunca frenen o retrasen el movimiento hasta llegar al final. Si encuentras que tu texto carece de dinámica, que trata un tema muy complicado, que para algunos sea denso o aburrido, es probable que se trate de un problema de falta de acción en ese ordenamiento. Revisa, cambia, transforma, siempre se puede suprimir algo. Coloca las partes o fragmentos de manera tal que provoquen una mayor atención o tensión en el lector; siempre conduce este ordenamiento para que tu obra tenga progresión. Evalúa, equilibra dónde acelerar o desacelerar el ritmo. Comprime los pasajes más filosóficos o teóricos a la mínima expresión. Trasforma parrafadas en núcleo de acciones. Los sustantivos y las formas verbales son tus mejores aliados.

El personaje en la construcción literaria

  • La acción como resultado del pensamiento del personaje o el sujeto poético: Ya te habrás dado cuenta que este nivel está contenido en el otro.  Las partes o fragmentos de cada texto se expresan por medio del pensamiento de alguien que es sujeto de la acción, dueño de lo que sucede, quien ejerce su pensamiento por medio de acciones textuales y físicas. Es muy saludable lograr un balance entre lo que nuestro personaje dice, expresa o piensa, y lo que descubrimos que puede pasar en su interior.

El poder de una acción o imagen 

No importa si escribes un poema u otra construcción literaria, siempre hay un ente que parte del escritor, pero que habla y acciona en ese mundo de manera distinta que en la realidad del creador. Conoce a profundidad a este hablante, al personaje, pero no expliques todo lo que hace o quiere decir, permite que se pueda leer su pensamiento, sus demonios o secretos.  A los que no lo conocen les va a resultar muy excitante descubrirlo sin que tú se lo digas por lo claro. Deja que una acción o una imagen resuman, condensen todo eso que quieres que los lectores sepan. Créeme, de esta manera, los lectores te sorprenderán con otros matices, otros ángulos de estos sujetos que ni siquiera imaginaste.

La repercusión de la acción en nuestro mundo

  • La acción como signo o símbolo: Este es el nivel más difícil, pero en la medida que amplíes tu preparación personal, tu cultura y tus conexiones con otros saberes, podrás lograr que una simple acción remita, de manera sutil, a otros referentes que mueven tu obra. Cuando la acción que lleva a cabo tu sujeto en ese mundo material que le has construido es capaz de resonar en el nuestro, es probable que estemos en presencia de un indicio de algo más grande. Estas acciones casi siempre evocan a personajes históricos, obras de arte, hechos trascendentales, noticias o sensaciones, contextos de otros personajes y épocas de conocimiento universal. La maestría es hacerlo sin que tu acción pierda su singularidad, su importancia por el mero hecho de asombrar.

Ninguno de estos niveles en que se mueve la acción son excluyentes entre sí y muchas veces se sobreponen, se intersecan en un mismo fragmento o pasaje. Ahora que se han compartido, úsalos para construir de manera consciente una obra dinámica.

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