La literatura cubana inicia el siglo XX con el proyecto de una república neocolonial, marcada por una contradictoria consolidación de lo español como reacción identitaria ante la influencia de Estados Unidos en la Isla. En el género lírico sobresalen Bonifacio Byrne y Agustín Acosta; el primero con su famoso poema “Mi bandera”, donde expresa su angustia frente a la incertidumbre del futuro nacional, el segundo se destacó por su obra “La zafra”, donde poetizó la realidad del trabajo en el campo en versos bucólicos. Otros grandes poetas fueron Regino Boti y José Manuel Poveda, así como el malogrado Rubén Martínez Villena. Entre el 1902 y el 1920 la narrativa cubana alcanza gran desarrollo, con figuras como Alfonso Hernández Catá -con temáticas universales: el amor, los celos-, Jesús Castellanos y Luis Felipe Rodríguez -que dan tratamiento al tema rural-; mientras que la novela histórica encuentra un buen exponente en Álvaro Iglesias con Tradiciones cubanas y la de corte humorístico, en Miguel de Marcos con Papaíto Mayarí y Fotuto. También se distinguen las obras de Miguel de Carrión Las honradas y Las impuras, donde muestra interés por la sicología femenina y la familia cubana y denuncia la falsedad de la educación que recibían las mujeres, y las de Carlos Loveira, Juan Criollo y Generales y doctores, retratos de los turbulentos comienzos de la era republicana.
En el progreso de la poesía dos líneas casi divergentes van destacándose en el país: la realista, de temática negra, la social y la política, donde descolló Nicolás Guillén, y el intimismo simbolista e introspectivo en Dulce María Loynaz y Eugenio Florit. A mitad de ambas tendencias cabe situar la obra de Emilio Ballagas, poeta que antecede el neobarroco lezamiano.
La poesía ineludible de Nicolás Guillén, Poeta Nacional
Guillén (1902-1989) abren una nueva etapa en la poesía nacional con Motivos de son (1930), donde se destaca al negro cubano con todas sus alegrías y dolores, sus creencias y costumbres, su forma de hablar y de vivir; Guillén plasma este contenido en una forma auténticamente innovadora: al ritmo del son, pieza musical bailable típica del pueblo cubano. A Motivos de son sucede Sóngoro cosongo. El autor lo califica como versos mulatos porque el espíritu de Cuba es mestizo, la mulatez es generalización de lo cubano; en él anuncia el sentimiento antimperialista que sostendría de por vida. A esta excepcional figura se le llama Poeta Nacional, por fundir el sentir individual con el colectivo, y elevar la voz del pueblo a una dimensión americana y universal, mediante novedosas formas artísticas.
La figura de José Lezama Lima en la poesía cubana
En 1940 apareció la segunda vanguardia cubana con el grupo de escritores reunidos alrededor de la Revista Orígenes, cuyo líder fue José Lezama Lima. Esta agrupación se distinguió por la extraordinaria riqueza de sus aportes y la diversidad de estilos dentro del formidable conjunto de ideas y búsquedas que le dan unidad. El Grupo Orígenes queda constituido en 1944 con la aparición de la revista y posteriormente con el cese de esta publicación, el grupo se disuelve en 1956. Dirigida por José Lezama Lima y José Rodríguez Feo fue el espacio de madurez y proyección plenas de una empresa de (re)edificación de la nación desde la poesía y la cultura. En ella colaboraron Eliseo Diego, Fina García Marruz, Cintio Vitier, Ángel Gaztelu, Virgilio Piñera, Gastón Baquero, entre otros.
José Lezama Lima (1910 – 1976) fue la figura central de la poesía cubana en la mitad del siglo. Su obra define un ámbito poético barroco, y elevó su nivel a lo mejor que se escribía en lengua española. Destaca también en este grupo el tema del absurdo y el tono existencial de Virgilio Piñera; el sentido de lo criollo en Eliseo Diego, la mezcla que logra entre lo onírico y lo real, y el tratamiento de temas como la trascendencia a pesar de la muerte o la soledad o el tiempo y lo efímero de la vida. Fina García Marruz se erige como una poeta completa,
creativa, expositiva y diáfana.
La transformación de la poesía social cubana
La llamada “Generación del Cincuenta” (autores nacidos entre 1925 y 1945) va acrecentando el coloquialismo. Sobresalen poetas como Carilda Oliver Labra, Fayad Jamís, Roberto Fernández Retamar, César López, Antón Arrufat, entre otros.
La naciente Revolución significó continuidad y ruptura: se profundizaron las búsquedas y hallazgos de nuevos senderos de expresión de los contenidos propios de una época también nueva, cobra especial significación el debate sobre el compromiso social del creador. Las dos tendencias principales en la creación lírica: social e intimista, continuaron desarrollándose, se produce una transformación en la poesía social cubana, que va desprendiéndose gradualmente del tono discursivo o declamatorio e integrándose en el tono conversacional, vinculado a intereses testimoniales. La corriente predominante en las décadas de 1960 y casi completa la de 1970 es el coloquialismo. Esta poesía se caracteriza por el verso libre, el tono conversacional, el lenguaje con léxico propio del uso diario en el idioma; inclinación hacia el realismo, con predominio de las temáticas de contenido social, político, desarrolladas en la ciudad y con recurrencias a asuntos del ámbito familiar, la infancia y las situaciones sociales que rodean las circunstancias del poeta. Así, se narraban circunstancias cotidianas, bajo la exaltación de una sociedad en revolución
social donde lo individual tiende a ocupar un espacio secundario.
Una tercera promoción, nacida entre 1940 y 1945, no se diferencia sustancialmente de los poetas prosaístas. Con Luis Rogelio Nogueras, Nancy Morejón, Víctor Casaus, Guillermo Rodríguez Rivera, Jesús Cos Causse, Lina de Feria, Delfín Prats y otros, el coloquialismo sobrevivió con fuerza hasta la mitad de la década de 1980. Se destaca también interés por el tema del negro en los asuntos del folclor del panteón yoruba.
La promoción de poetas nacidos entre 1946 – 1958, se define en dos tendencias: los que reaccionan mediante la métrica (décimas y sonetos principalmente), y los que emplean el verso libre con registros individuales. Ambas tendencias avanzaron hacia un experimentalismo formal; pero el tono conversacional se mantiene entre ellos.
La poesía cubana de los años 80
En la segunda mitad de los ochenta, una nueva generación de poetas, conocida como la Generación de los Ochenta, se da a conocer, cuando comienzan a publicar los escritores nacidos después entre 1959 y 1970, sus trabajos cuentan con la influencia de José Lezama Lima y Virgilio Piñera, a quienes casi la mayoría de sus integrantes reconocen como maestros. Hay una notable pluralidad de estilos, se renueva el interés por la tropología. Están en la búsqueda de un nuevo lenguaje, y de hecho logran superar parcialmente el tono conversacional, vigente ya por varias décadas, para lo cual recurren a cierta desorganización del lenguaje y al empleo de metáforas insólitas. En general se aprecia un extenso número de creadores con talento y una difusión nacional de creadores en diferentes ciudades el país. Surge con ellos una nueva corriente que explora formas estróficas tradicionales y el verso libre en sus posibilidades rítmicas
y expresivas. La década de 1990 persiste en la ruptura con el coloquialismo y los caminos iniciados en los ochenta. Son numerosos los jóvenes autores que participan de la renovación de las letras cubanas, apartándose de la política y ensayando una lírica más diáfana y universal.
Por: Dr.C. PT. José Emilio Hernández Sánchez
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