llenar páginas en blanco

La inspiración: el secreto para llenar páginas en blanco

Leer un libro es un acto de infinita complicidad con su autor. Detrás del universo que se nos presenta en oraciones, están las horas, los días, los años que demoró una persona en llenar las páginas en blanco, para encontrar la inspiración y crear la puerta a la realidad alternativa por la que entramos los lectores.

Sin embargo, mientras observo el líquido negro que hace germinar mis pensamientos, me pregunto si Jane Austen estaba sosteniendo una taza de té mientras escribía “Persuasión”, tal vez a la adelantada escritora le nacían las letras entre los sentimientos o detrás de un ventanal. Entonces cambio de idea.

Decidí no evitarla, imposible, si ella es la protagonista de estas líneas: la inspiración. Porque, de haber nacido en el siglo XIX esa habría sido mi pregunta para la también autora de “Emma”: ¿Qué la inspira a usted?

Las distintas definiciones de la inspiración

Las distintas definiciones de la inspiración

Musa, imaginación, lira…existen muchas definiciones para ese sentimiento que despierta el lado creativo de nuestro cerebro y nos dota de habilidades extraordinarias. Lo que nadie ha podido lograr hasta el momento, es la fórmula exacta para encenderla.

Cuentan algunos que Ernest Hemingway escribía de pie, aunque adquirió este hábito debido a una lesión que sufrió durante la Primera Guerra Mundial, el autor de “El viejo y el mar” encontró en sus mocasines la comodidad para escribir libros. – ¡Y qué libros! –

Pinceladas de una niña caprichosa, la inspiración

Pinceladas de una niña caprichosa, la inspiración

Hay quienes encuentran la chispa de la primera palabra al caminar, en la soledad de las noches frías o en el recuerdo de los viejos amores. A veces la inspiración son esos textos que dan vida a nuestras gavetas.

Decía García Márquez que “el escritor escribe su libro para explicarse a sí mismo lo que no se puede explicar”. A veces sucede que, en medio de esos deseos de escribir y los contextos no explicables, el autor encuentra sus manos congeladas frente a la página en blanco. ¿Sin remedio no? La inspiración es una pequeña caprichosa que aparece cuando desea (quisiera amarrarla al borde de la cama para que no me despierte en la madrugada) y luego, como en acto de magia, se despide hasta la próxima aventura.

Activar nuestro lado creativo

Activar nuestro lado creativo

Aunque la inspiración no es un botón que podamos presionar, existen ideas a tener en cuenta para activar nuestro lado creativo, te comparto algunas:

No te tortures frente a la página en blanco. Cuando te sientas frustrado, aburrido o desanimado, encuentra una actividad que te resulte relajante, pasear, por ejemplo.

Muchos best sellers han nacido de experiencias personales, o de una historia cercana al autor, aunque no todos escriben sobre lo que experimentan (el verdadero límite realidad-ficción entre las páginas de un libro, solo lo conoce su autor), mantente atento a tu entorno, puede que se encienda la luz que necesitas.

Si quieres estar inspirado deberías exponerte al arte, sí, rodéate de arte, absorbe toda su energía. Esta es una de las principales actividades para elevar los niveles de emoción y apreciación en los seres humanos. Música, danza, teatro, plástica…lo que quieras.

No dejes escapar el momento

No dejes escapar el momento para escribir

¿Qué hacer para inspirarnos? Mi respuesta a esta pregunta siempre será la misma: ¡vive! Crea recuerdos inolvidables, construye tu realidad con experiencias, deja que te hieran y admira las cicatrices; comete errores, aprende. Vivir es la mejor manera de encontrarte, y de escribir…

Si un día sientes que tus dedos no pueden parar, si te esfuerzas por contener las ideas dentro de ti porque temes olvidarlas, aprovecha el momento. No la dejes escapar (a la inspiración). Saca tu agenda y tu lápiz -te aconsejo llevarlos siempre contigo- y recuerda: ya seas escritor, ingeniero, constructor, músico o atleta, la necesitas, porque la inspiración es como la risa, la pizca de sal imprescindible en nuestras vidas.

Por Yilenis Pérez Sanabia

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