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Un viaje a través del mundo de las antologías

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Construir, pensar, diseñar, concebir una antología es una de las grandes metas que algunos escritores tenemos en común (entre ellos me incluyo). Una antología le da al lector la posibilidad de conocer, más que la obra particular de un autor, una sumatoria de propuestas estéticas, visiones y poéticas que corresponderán a diversos creadores. Para un escritor, el reto de asumir la visión como compilador entraña el reto extra de probar fuerzas en un terreno que es, a priori, muy semejante al del crítico y al del editor. No por gusto las antologías han asumido fuerza y preponderancia en las escrituras presentes en todo el mundo aunque, en el caso particular cubano, ha encontrado sin duda un punto de eclosión y de efervescente manifestación creativa.

Desde que comencé a insertarme en el mercado del libro —allá por el lejano año 2006—, ya las antologías jugaban un papel importante en la promoción y visibilidad de autores, poéticas, grupos promocionales o generacionales, talleres literarios, o simplemente nucleaban en un libro a diversos creadores según un género, una temática e, incluso, simpatías personales o afinidades estéticas: nada nuevo bajo el sol. Desde aquel momento y hasta el día de hoy, las antologías continúan siendo parte indispensable del tejido escritural de la isla y su presencia se ha multiplicado cada vez más.

En un país donde se gestan tantas antologías, la lógica indicaría que dicha “moda” desaparecería con los años o sería suplantada por la novedad literaria de turno, pero no ha pasado así. Las antologías —algunas de excelencia, unas cuantas del montón, no pocas olvidables— siguen adquiriendo fuerza en el gusto lector y en el autoral, y los temas parecen no agotarse: siempre han algo nuevo por decir o algo, quizás no demasiado nuevo, que recordarle al receptor de una forma a veces novedosa (y en otras ocasiones, no tanto).

Si eres uno de esos autores que sueña con construir una antología o eres uno de esos creadores que suele participar asiduamente en compilaciones, ten en cuenta los siguientes consejos:

  1. Ejercita la selectividad. No participes en todas las antologías que aparezcan frente a ti, solo en aquellas cuyas temáticas sean realmente afines a tus intereses escriturales. Interésate también en otras particularidades de la antología: quién la compila, quién la prologa, dónde y cuándo se editará, qué otros autores te acompañarán, cuáles son los objetivos de esta compilación en particular, qué beneficio puede traerte el hecho aparecer en determinado texto acompañado por x cantidad de creadores, etc. Un buen compilador podrá darte respuesta a todas estas incógnitas y eso, también, te hablará de la seriedad del proyecto y de su coordinador. Ser una presencia constante en todas las antologías puede resultar una carta ganadora en determinado momento de tu vida autoral, pero en la medida en que comiences a ser una voz más reconocida, la selectividad te ayudará mejor a enfocarte en procesos de trabajo que realmente lo ameriten.
  2. Pregúntate siempre por qué participas en una antología determinada o por qué vas a dedicar tu tiempo a reunir textos de un grupo de autores. Intenta siempre que tu antología, esa que construirás o de la que serás parte, se parezca a quién eres como autor y ser humano. Ser parte de un proyecto por el simple hecho de ganar visualidad puede ser una buena excusa, pero es una verdad muy mediocre para tu vida como intelectual.
  3. Entiende que ser parte de una antología forma también parte de tu proceso creativo y será un trabajo al que tendrás que dedicar tiempo, incluso desplazando de tu área de visualidad otros proyectos que podrían resultar, a la larga, más beneficiosos para ti. Cuando eres parte de una antología, sea en el rol que sea, tendrás un tiempo tope para entregar textos o recibirlos. En el caso de que seas el compilador, deberás discutir con los autores la edición de sus obras, enviarle recomendaciones editoriales y enmiendas, unificar currículos, escribir un prólogo, armar la dramaturgia interna del texto, entre otras miles de pequeñas cosas que conformarán el proceso y el procedimiento del nacimiento del hijo libro. Una vez que decides ser parte de una antología tienes un compromiso con los antologadores para cumplir con plazos de entrega, como mínimo. Una vez que eres un antologador tienes el compromiso de sacar adelante un proyecto. Y ese compromiso no es solo contigo mismo, sino con un grupo de creadores que ha confiado en ti, en tu trabajo y en la solidez de tu idea.
  4. Nunca elijas los textos por afinidades personales, más que por calidad escritural. Este consejo te servirá de mucho si deseas ser un antologador. Las antologías no se construyen para “ayudar” a un amigo ni impulsar su carrera, ni para aplaudirlo en público. Eso no indica que tus amigos o quienes te son más afines en el mundo de la creación literaria no puedan ser parte de tu proyecto pero, si decides que formen parte de él, elígelos por su calidad como autores y no por su calidad como seres humanos.
  5. La experiencia y el prestigio de un antologador impulsan a la antología. Eso no se cuestiona. Pero esta verdad no indica que no puedas arriesgarte a tener vínculo con otros proyectos, autores o antologadores de menor experiencia. Todos empezamos desde cero. Desarrolla tu intuición creativa y tu juicio, y elige sabiamente en qué proyectos deseas enrolarte. ¿Te interesa el tema de la antología? ¿Tienes un cuento que encaja perfectamente dentro de su molde? ¿Crees en la visión que el antologador defiende como parte de su tesis? Entonces adelante.
  6. No abrumes al antologador o intentes imponerle tus propios tiempos creativos. Para eso, es útil que pacten de antemano fechas de entrega, de revisión, de feedback, ente otros pormenores que les permitan afianzar correctamente su relación profesional. Este proceso sucede también a la inversa: si eres el antologador, no presiones a los escritores para que entreguen antes de tiempo o varíes las fechas de entrega, de revisión, etc, que ambos hayan discutido al comienzo del proceso. Si es posible, intenta que la convocatoria de tu antología muestre todos esos pormenores desde el comienzo, para evitar futuros contratiempos en el viaje.

En futuros artículos continuaré abordando este tema, vinculado a mi experiencia como antologadora de libros de diversos géneros, y cómo esta experiencia que adquirí con el trabajo de los otros y la coordinación de proyectos literarios me fue, mucho después, útil en mi proceso creativo. Una antología es precisamente eso, un viaje a través de lo desconocido y lo conocido en este, nuestro mundo de la escritura creativa.

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