Rebeca Murga

Rebeca Murga: una mujer que concibe el milagro de la creación literaria

Luis Pérez de Castro.

Me han pedido que escriba sobre una mujer; una mujer que concibe el milagro de la creación literaria; una mujer que resurge del agua y de la vida como una espada inextinguible. Me han pedido que escriba sobre una mujer y no me he podido negar, pues esa mujer me enseñó que nuestra sentencia es saber que el día en que este juego sin fin con las palabras se termine habremos muerto.

Escribo sobre una mujer que reconoció el valor de las formas como continente de la revelación poético/narratológica, por lo que no es casual que, en su extensa obra, que abarca la novela, el cuento, el ensayo artístico literario, la investigación y la literatura para niños y jóvenes, se aprecie el ahondamiento en cierto misticismo y se apropie de figuras que coquetean lo retórico.

Despliega, además, una importante variedad de recursos que permiten la fragmentación del discurso, el cual expresa mediante su condición formal: lo caótico, lo enigmático y la (de)significación manifiesta a lo largo de su obra, en la que encontramos títulos como La enfermedad del beso, Historias al margen, La enfermedad del beso y otras dolencias de amor, Los aprendices, Y comieron perdices, Con las manos limpias, Olor a canela, Desnudo de mujer, Quemando las naves, El esclavo y la palabra, Un hombre de vasos capilares, entre otros en coautoría con Lorenzo Lunar Cardedo. Siendo, además, reconocida con los premios Ser en el tiempo 2009; Mención Uneac (cuento) 2007; Premio Internacional de Relatos Policíacos de la Semana Negra de Gijón, España, 2003 y 2004; Premio Ciudad del Che 2001 y 2003; y Premio Revista Videncia 2003. 

El secreto de la narrativa de Rebeca Murga

La estabilidad de cuantas historias asume, sin tener en cuenta fronteras genéricas, cuajan como un dibujo que va adquiriendo forma por los mismos personajes que hablan y se interrelacionan en un lugar en el tiempo, dándoles plena libertad para que los hechos discurran y acontezcan. Digamos: obra en objeto individuado y obra en conjunto, para ser percibida en la distancia, desde la historia como inflexión implacable al menos en el momento en que se redacta, sin subterfugios: aquí el que vence, vence. Obra no para consumirse, sí para alimentar su combustión interna.

El secreto de la narrativa de esta mujer radica en su capacidad para componer, para convertir en un cuerpo flexible, móvil y sin embargo, en ocasiones, rígidamente coherente, el contexto de la novela, cuento o ensayo que escribe. También en el uso de los ejes estructurales: el espacio y el tiempo narrativos que imponen, por sus libertades anecdóticas y delirios estilísticos, una armónica matemática y secreta concisión al texto: la forma, la composición. Por lo que en su conjunto está repleta de espiritualidad, de la acción o el conocimiento particular del saber, ese saber que genera la infinita capacidad de esperar en el punto de máxima tensión donde crear es, para ella, repentinamente posible.

El significado de la  escritura para Rebeca Murga 

Rebeca Murga, el significado de la escritura para ella

Me han pedido que escriba sobre una mujer y no me he podido negar, y, al asumirlo, no tuve a más que recurrir a Flaubert, cito: «Tal vez la pluma y el corazón pueden aprender a superarse, pueden adiestrarse en el oficio de narrar historias sin candor adolescentario. Pero no ha sido permitido al hombre, por su torpe, pero malicioso Narrador, dejar de morder con la pluma el corazón». 

He aquí lo que acontece a diario en la vida de esta mujer que responde al nombre de Rebeca Murga Vicens, pues para ella la escritura es, y será, un incesante baño de fantasmas. 

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