Comer
junto a nuestros amigos, más allá de compartir la mesa y disfrutar de
deliciosos alimentos, es una gran oportunidad para estrechar relaciones de
amistad: un momento perfecto para lograr cercanía y mostrar cuánto nos importan.
En la
cultura cubana estas reuniones adquieren un matiz diferente. No existe
celebración alguna que se conciba sin comida, bebida o dulce para festejar.
Cumpleaños, bodas, graduaciones, premios, ascensos, logros profesionales y
estudiantiles, nacimientos, aniversarios; cualquiera de estas fiestas son
motivos para “servir la mesa”; como reza un refrán popular, el buen cubano no
pierde oportunidad para comer y beber, donde quiera que esté.
Aquí el
acto de compartir alimentos adquiere toda su connotación cultural, se trata de
una cuestión afectiva y sentimental. ¿Te has dado cuenta que cuando estás con
tus amigos te sientes mucho mejor?
Se trata
de la compañía, las amistades proporcionan ese sentimiento de pertenencia a un
grupo, lo cual aumenta los niveles de motivación, salud y felicidad.
Pero, para
los cubanos, simboliza más. Reunirse con amigos de su misma tierra significa el
reencuentro con sus raíces, con aquello que los hace sentir verdadera
pertenencia a un lugar, con lo que los identifica tal cual son. Para un país
fracturado sentimentalmente como Cuba, donde la migración ha marcado derroteros
tristes en las familias, la comida entre amigos no es más que pretexto para la
unión en tiempo y espacio de su espiritualidad.
Comida entre amigos
Cualquier
momento es bueno para este hecho cultural, simbólico, porque detrás del subterfugio
hay un reencuentro de amigos, confesiones, chistes, recuerdos de la infancia,
la adolescencia, la escuela, la universidad, los compañeros que ya no están,
las pérdidas y lejanía.
La comida
entre amigos es el momento de preguntar por los vecinos, los compañeros de
aula, los amores de la juventud, se trata de reconfigurar – a fuerza de una excusa
gastronómica – la razón de vivir y sentir en clave de cubanía.
Ser
cubano, en cualquier lugar mundo, significa comprender el sentido de la
amistad, la compañía en los buenos y malos momentos, el “asere” que se grita al
coterráneo para que quienes estén cerca se enteren que un cubano se ha
reencontrado con un amigo.
Así que en
cualquier oportunidad que tengas, no dudes en invitar a tus amigos. Para un
cubano nos basta cualquier cosa, unos tamalitos, un ajiaco, tostones rellenos,
o el sublime café, uno de los mayores rituales en Cuba; porque lo
verdaderamente importante es compartir para recordar y, por supuesto, recordar
para vivir.