¿Necesitan un aliado? Puede haberles ocurrido que, luego de desear algo con mucho afán, el triunfo les decepcione. O que realizar un viaje a un país elegido les aburra. Quizás también hayan sido víctimas de los pequeños poderes que nos postergan fechas, nos maltratan, nos niega solicitudes.
Cada día nuestro cerebro lidia con varios enemigos, que van desde súbitas noticias hasta problemas domésticos, pasando por incertidumbres, pequeñas molestias, confusiones.
Veinticuatro horas tras veinticuatro horas nos imponemos metas, tenemos calendarios con marcas, notas de asuntos pendientes, listas de mercancías.
Sencillamente, nos agobiamos al hacer planes para organizar nuestras vidas y darles el sentido que creemos justo, sin contar para nada con los obstáculos, que a menudo son más resistentes que nosotros.
Un aliado para equilibrarnos
¡Sería magnífico contar con un aliado para equilibrarnos! Con un aliado capaz de hacer desaparecer, por horas, esas tensiones suspendidas en nuestros pensamientos. Pero un aliado no humano, porque amigos ya tenemos bastantes.
Necesitamos un aliado que, además, nos dé libertad para entenderlo como queramos, nos autorice a utilizar fragmentos suyos, nos deje intercambiarlo, reemplazarlo, compartirlo. Porque para tanto estrés nuestro aliado debe ser útil, y estar siempre de nuestro lado.
Podemos elegir nuestro aliado
Después de sopesar el pro y los contras buscando aliados así, he llegado a la conclusión de que el mejor aliado sería un libro. Reúne todas las condiciones, y añade una nueva: lo podemos elegir, como elegimos el amor, los zapatos, los temas en las charlas.
No tenemos que ir directamente a ningún movimiento literario, solo leer las contracubiertas, preguntar a un amigo, buscar las historias o los poemas que conecten más con nuestros gustos.
Incluso podemos llevarnos la sorpresa de descubrir la escritura leyendo, y de vez en vez llenar nuestras propias cuartillas en un pequeño ensayo sobre cómo dejamos atrás el estrés, o un poema de desamor para sentirnos salvados.
Cómo disminuyen las tensiones al convertirse en lector
Los libros, como las mascotas, se vuelven dóciles a medida que avanzamos su lectura; la poesía nos induce a sueños placenteros; el ensayo nos ayuda a razonar; los cuentos nos asombran y de ese modo entendemos por qué la vida también; la novela nos cambia nuestro real escenario por un lugar posible en el que siempre somos bienvenidos, pero en el que no tenemos nada que decidir, todo lo pensó ya el autor, solo podemos criticar, ejercicio que tanto nos gusta.
Si deciden que tengo la razón y buscan su libro en una biblioteca, una librería, de mano de un amigo, verán cómo disminuyen las tensiones propias de la vida activa al entrar en él y convertirse en lector.
Háganme caso, tengo años de vida con los aliados, y mi proposición es honesta.
Incluso, podrían comenzar leyendo un libro escrito por mí, ¿no les parece?
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