Todos los escritores crean para alguien. La literatura siempre tiene un receptor, ya sea el ideal que habita nuestra mente o el rostro anónimo que compra uno de nuestros libros como al azar. Existe el lector crítico y el complaciente; el lector activo que construye y transforma la acción del libro a su imagen y semejanza, y el lector pasivo, que prefiere las historias amoldadas según un patrón determinado, sea este novedoso o no. El que busca la manera —no importa cómo— de entregar sus consideraciones al autor y el otro que decide no mantener vínculo alguno con el creador de las páginas que consume, ya que esas mismas páginas han pasado a ser suyas desde el instante en que decidió intervenir en ellas.
No todos los escritores aprecian la verdadera dimensión que se gesta del contacto con sus lectores. De hecho, es un proceso que se presume dado de antemano, que sucederá no importa si el autor se involucra o no en este. Tradicionalmente, el mayor contacto que tiene un escritor con sus lectores sucede en las presentaciones de libros: es un instante tan breve, limitado a las convenciones de una “etiqueta” hasta cierto punto formal, es este un momento tan limitado por el espacio y las condiciones de la presentación en sí, que poca o ninguna idea creativa pueden intercambiarse.
Si como escritores no nos confinamos a la idea de que la presentación es el único espacio de interacción con los lectores, entonces habremos dado un paso adelante. En varios de mis artículos, he abordado el tema de las ventajas de las redes sociales en la vida de los creadores y, una vez más, advierto que en los espacios virtuales se pueden gestar hermosas instancias de encuentro en beneficio de la literatura. A través de una Página Oficial de Autor o de tu propio perfil, lectores del todo el mundo podrán encontrar no solo al autor, en su vida cotidiana de creación y promoción, sino también —si somos coherentes en los contenidos que diseñamos para nuestros perfiles— pueden descubrir nuevas obras literarias.
El feedback de los lectores es una excelente oportunidad para el autor, que le servirá no solo para reconocer qué tal se ha construido el proceso de recepción de una obra en particular, sino también para descubrir qué tipo de público resulta atraído por su creación y cuáles son sus particularidades. Escuchar a nuestros lectores es más que un ejercicio de ideas: sus recomendaciones son valiosas y, cierto, no se trata de escribir tal y cómo ellos quieren, ni hacer concesiones que afecten el resultado de la obra literaria, pero al menos, pienso que los autores podemos tomarnos un tiempo —así sea mínimo— para considerar algunas puntuales opiniones.
Los lectores suelen ser fieles a la obra de los autores que admiran. Son, además, naturales promotores de los libros. Ellos no necesitan escribir reseñas críticas en los más importantes medios periodísticos para ser, de igual manera, unos fantásticos generadores de movimiento en torno al material de lectura que han encontrado de su agrado. Mediante las referencias y recomendaciones —ese “de boca en boca” que sigue resultando de utilidad aun en los tiempos editoriales que vivimos—, un lector apasionado puede atraer el interés de otros lectores como él.
Como autora, siempre he sentido que escribo para un lector activo, un lector capaz de transformar el material literario que le entrego a su imagen y semejanza. Un lector que vea entre líneas los sentidos de la obra y que no se conforme con un producto “deglutido” una y otra vez hasta el cansancio. En definitiva, uno que se parezca a la lectora que también yo soy.
Más allá del rango escaso, pero aun así útil, de las dinámicas en las presentaciones, el escritor puede gestar instancias de encuentro virtuales con sus lectores. Es evidente: a un escritor con cierto éxito le será imposible responder cada mensaje que recibe, y a uno realmente consagrado por los grandes circuitos editoriales no se le puede pedir que esté, ni siquiera, al tanto de todo el contenido que, sobre su obra, circula en las redes. Pero, incluso cuando sea imposible establecer este contacto directo con los lectores, pienso que el autor debe ser capaz de gestar estrategias otras para retribuir, al menos con su atención, a los lectores que le siguen.
Existen muchas formas en que un lector puede ayudar a que la obra de sus autores favoritos sea consumida por muchas más personas. Ningún esfuerzo es vano y, en materia editorial, siempre se agradece.
Ideas para ayudar a los autores que aprecias
Si eres un lector y te has tomado unos minutos para leer este artículo, aquí te ofrezco algunas ideas —que, por supuesto, no son las únicas— para que puedas ayudar a que la obra de los autores que aprecias llegue a nuevo público:
- Comparte imágenes de la(s) cubierta(s) de los libros que te interesan.
- Escribe pequeñas valoraciones del libro que te ha gustado en tus redes sociales.
- Divulga el título entre tus amigos; o, mejor, recomienda que lo compren.
- Regala un libro que te haya resultado maravilloso. Ayudarás a que la vida de este continúe.
- Evita la piratería.
- Sociabiliza y comparte el perfil del autor que admiras o la Página Oficial que este administre: le ayudarás a tener más seguidores.
- Síguelo en todas sus redes sociales y escribe comentarios que animen su trabajo. Por supuesto, también puedes hacerle llegar tus criterios sobre determinada obra, sean estos positivos o negativos.
- Publica pequeños extractos del libro en tus perfiles de redes sociales, afines para este propósito. Recuerda, solo pequeños extractos. Cita siempre al autor. Si puedes, etiquétalo.
- Asiste a las presentaciones de sus libros.
No olvides que para ti se escribe y que por ti se edita. Lector, eres muy importante y tu acción individual puede ayudar mucho al destino de un título y un autor.
Consejos para mejorar la relación autor – lectores
Si eres un autor y deseas mejorar/perfeccionar tu relación o interacciones con tus futuros lectores, aquí te van estos consejos:
- Permite que tus contenidos literarios en las redes sociales siempre puedan ser compartidos por otros.
- Si tienes oportunidad de relacionarte con tus lectores, ya sea presencial o virtualmente, tómate el tiempo de agradecer su feedback, compartas o no sus opiniones.
- Nunca rechaces de antemano la oportunidad de recibir un comentario de un lector.
- Actualiza tus redes cada vez que tengas un contenido nuevo que mostrar, así tus seguidores estarán al tanto de tu actividad creativa.
- No esperes que otras personas promocionen tus conferencias, encuentros, presentaciones o lanzamientos; hazlo tú.
- Recuerda que la relación con un lector no se limita a firmarle un libro. Mantén tu privacidad, pero sé capaz de ser un autor empático y abierto al diálogo, siempre que tu tiempo y compromisos te lo permitan.
El binomio autor-lector siempre será un proceso abierto, creativo, en movimiento, activo. Es, de todas las relaciones que se establecen en el mundo editorial, quizás la más hermosa y la que gesta un saldo perdurable y transformador, tanto en la vida del creador como en la de sus seguidores.
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